Rotos de tanto arrastrarnos en este edén,
Y de escaparnos de tu jauría,
Apuntas tan directo a la sien.
Muertos en vida con tanta sangre en la piel, escribiremos tu biografía,
Piensas que estamos a tu merced.
Suerte que tu cantinela no va a volver,
Cuando tu voz suene tan ahogada,
Bajo la luz del amanecer.
Tuya es la culpa de tanta falta de fe,
Y que olvidemos que la valentía,
Pudo en su día hacernos vencer.
Como la peste vuelves,
Propagarás ideas de odio y muerte,
Para quebrar la división,
Y que en tu contra no haya voz de nadie,
Y consigamos que tu suerte amaine.
Hemos formado una armadura,
Por la censura que da tu arma blanca.
Que cicatrices dejas tantas,
Y el ver nuestra sangre nos enciende el alma.
Ya no sé si levantar, no sé si duele la herida.
Quiero respirar, sentir la voz prohibida.
No sé si podré saltar, hay una larga caída.
Pero no quiero aterrizar, bailemos los suicidas.
Suena tan fácil rendirse y envejecer,
Con tu gobierno de la mentira,
Besando el lodo que hay en tus pies.
Has condenado al talento desde ese atril,
Tus abogados de la doctrina,
Tornan las leyes contra el civil.
Piensa que sigues en busca como un traidor,
Y aplicaremos tu medicina,
Haremos tuyo nuestro temblor.
Tanto caernos y tan poco que perder,
Con la esperanza tan dolorida,
Somos suicidas puestos en pie.
Como la peste vuelves,
Propagarás ideas de odio y muerte,
Para quebrar la división,
Y que en tu contra no haya voz de nadie,
Y consigamos que tu suerte amaine.
Hemos formado una armadura,
Por la censura que da tu arma blanca.
Que cicatrices dejas tantas,
Y el ver nuestra sangre nos enciende el alma.
Ya no sé si levantar, no sé si duele la herida.
Quiero respirar, sentir la voz prohibida.
No sé si podré saltar, hay una larga caída.
Pero no quiero aterrizar, bailemos los suicidas.