Mi sonrisa se hizo pena y mi amor deseperanza,
mis empeáos y mis sueáos fueron pluma en el turbión.
Donde un día tus mentiras, porque sí, cobardemente,
me arrojaron brutalmente, sin pudor ni corazón.
Enfrenté deseperado, con el alma hecha pedazos,
quise ahogarte entre mis brazos, terminar con tu maldad.
Con el lazo de mis celos hice un nudo en tu garganta
y mis manos no supieron nada más que acariciar.
Por qué, por qué,
si de tu amor ya nada espero.
Por qué sos vos,
y sólo vos lo que yo quiero.
Por qué yo vivo esclavizado,
siempre, siempre de rodillas,
a tu amor encadenado.
Quién me empuja, paso a paso,
hasta el raso de tus brazos,
hasta el fuego de tu besos.
Quién puede ser, no sé, no sé.
Noche a noche me visitan los fantasmas de la pena,
y en su ronda que me asombra, sólo saben de su amar,
no pretendas arrancarla, de tu vida, de tu alma,
no lo intentes, si es inútil, nunca, nunca lo podrás.