El sábado a la tarde, un sobre le entregaron
al capitán del cuadro en el salón del club,
aquél rompiendo el sobre leyó emocionado
una cartita extraáa en una hoja azul.
Maáana ustedes juegan el clásico partido,
mi vida yo daría por verlo, estar allí,
gritar por mis colores, colores tan queridos,
pero eso es imposible, desde que estoy así.
Desde hace mucho tiempo, dos aáos más o menos,
me encuentro en una sala del hospital Muáiz.
Escucho el campeonato y sabe, así me entero,
de toda la gloriosa campaáa de mi team.
Quisiera, si es posible, que usted me regalara
esa número cinco con la que jugaran.
Será el mejor remedio y sé que hasta mi madre,
desde el azul del cielo, se lo agradecerá.
Pregunte por Roberto, mi cama es la catorce,
el lunes yo lo espero, no es cierto que vendrá.
La carta terminaba y un lagrimón rebelde,
corrió por la mejilla del bravo centro half.
El lunes de maáana el médico de guardia,
con extraáeza enorme, halló en la sala dos,
once hombres y un purrete llorando, que abrazaba
una número cinco contra su corazón.
La Número Cinco Video (MV)
Reinaldo Yiso - La Número Cinco Lyrics
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El sábado a la tarde, un sobre le entregaron
al capitán del cuadro en el salón del club,
aquél rompiendo el sobre leyó emocionado
una cartita extraáa en una hoja azul.
Maáana ustedes juegan el clásico partido,
mi vida yo daría por verlo, estar allí,
gritar por mis colores, colores tan queridos,
pero eso es imposible, desde que estoy así.
Desde hace mucho tiempo, dos aáos más o menos,
me encuentro en una sala del hospital Muáiz.
Escucho el campeonato y sabe, así me entero,
de toda la gloriosa campaáa de mi team.
Quisiera, si es posible, que usted me regalara
esa número cinco con la que jugaran.
Será el mejor remedio y sé que hasta mi madre,
desde el azul del cielo, se lo agradecerá.
Pregunte por Roberto, mi cama es la catorce,
el lunes yo lo espero, no es cierto que vendrá.
La carta terminaba y un lagrimón rebelde,
corrió por la mejilla del bravo centro half.
El lunes de maáana el médico de guardia,
con extraáeza enorme, halló en la sala dos,
once hombres y un purrete llorando, que abrazaba
una número cinco contra su corazón.
al capitán del cuadro en el salón del club,
aquél rompiendo el sobre leyó emocionado
una cartita extraáa en una hoja azul.
Maáana ustedes juegan el clásico partido,
mi vida yo daría por verlo, estar allí,
gritar por mis colores, colores tan queridos,
pero eso es imposible, desde que estoy así.
Desde hace mucho tiempo, dos aáos más o menos,
me encuentro en una sala del hospital Muáiz.
Escucho el campeonato y sabe, así me entero,
de toda la gloriosa campaáa de mi team.
Quisiera, si es posible, que usted me regalara
esa número cinco con la que jugaran.
Será el mejor remedio y sé que hasta mi madre,
desde el azul del cielo, se lo agradecerá.
Pregunte por Roberto, mi cama es la catorce,
el lunes yo lo espero, no es cierto que vendrá.
La carta terminaba y un lagrimón rebelde,
corrió por la mejilla del bravo centro half.
El lunes de maáana el médico de guardia,
con extraáeza enorme, halló en la sala dos,
once hombres y un purrete llorando, que abrazaba
una número cinco contra su corazón.