Su papá llora solo, en la casa no hay agua y el profesor no la pasa sí no va a su casa. Cómo se quita ese hueco, que se abre en su pecho. Cuando respira ese enjambre de muñecos con hambre que la siguen despacio, revisando si cuenta con visado y salida de esta causa perdida. Y le rompieron el saco por robarla en el acto de salir al encuentro de su recuerdo incierto, de su risa apagada, su mirada frustrada y esta gana perdida de que fuera más macho que cualquier mamarracho. De paso no hay nada que hacer. Su papá llora solo y la plata no alcanza. Además el arroz con huevo ya no la deja soñar que al fin mañana va almorzar agua de lima y caviar.