Tenía afán esa mañana, como era usual
Debía cruzar la esperanza para poder llegar
Era un viaje eterno, que repetía siempre igual
Eran barrotes de días de los que no iba a escapar
Cuando lo vio, nunca creyó
Que era su risa parte del sol
Cuando lo vio, no pudo entender
Que el mar se abriría al fin a sus pies
En medio del caos sus ojos abrió
Lo vio pasar y nunca le habló
Más que un ángel caído de Dios
La llave de escape llevaba en su voz