El fuego de un cigarro brilla allá,
el humo flota y muere al ascender.
Entre la hierba siento sollozar
porque ésta no es la paz,
la tregua apenas es.
La guerra apesta inmunda alrededor
mientras te escribo sobre mi fusil
tal vez la última carta de amor.
No quiero tu dolor,
no quiero tu dolor,
pero hoy lo presentí.
La única verdad no es el napalm
ni es el fusil.
Todo mi ser quiere escapar ante la cruel
obligación
de asesinar a quien jamás
yo conocí,
yo conocí.
Hoy recordé de pronto mi niáez:
vi el cielo azul, el tiempo que pasó,
mi hermano al sol, corriendo entre la mies,
mientras aquí matábamos los dos.
Dile a quien quieras que él ya desertó,
que se fue lejos, que no volverá.
Yo buscaré la flor que no encontró,
la flor de la amistad,
y la echaré en la tierra donde está.
El fuego de un cigarro brilla allá,
el humo flota y muere al ascender.
Entre la hierba siento sollozar
porque ésta no es la paz,
porque ésta no es la paz,
la tregua apenas es.