Hola, qué tal estás? Cuántos años llevamos ya separados? Yo no lo sé pero atendiendo a estos ojos creo que unos quinientos, tú y yo nunca estaremos muertos. Dime cómo estás, pequeña, yo estoy muy bien y todas las mañanas te pongo una vela, porque por lo que me dicen tú sigues con tus aventuras. Haz lo que quieras: un hijo, un castillo, una casa de putas eso a mí me da igual.
Yo te amaré toda la vida. Y sabes que tú y yo nunca estaremos muertos. Puede parecer una exageración, qué le vamos a hacer estoy loco por ti y si no estás solo loco.
Te he echado de menos a lo ancho y a lo largo en el tiempo. Para entendernos, todas las mañanas me levanto con tu cara tatuada en mis párpados. Pero háblame de ti. Me han dicho que has tenido doce o trece hijos con Adolfo Hitler, con Belcebú y algún otro listillo. No te preocupes, pequeña, los cuidaré y los llevaré al monte a que aprendan las reglas que Dios ha dado: has de querer digan lo que digan el ser amado, el sentido común o María Santísima. Eso a mí me da igual.