1
Soy la triste oveja que dejó al Pastor;
Yo andaba perdido cuando Él me encontró.
Con un silbo suave luego me llamó,
Y en sus brazos al dulce hogar me llevó.
Las noventa y nueve dejó en el redil,
Y se fue al desierto a buscarme a mí.
Con afán inmenso luego me llamó,
Y hallome gimiendo de acervo dolor.
Se sentó a mi lado y al verme lloró.
2
Ven, mi triste oveja, escucha mi voz.
No me desconozcas, soy el Buen Pastor.
Vamos al rebaño do reina la paz;
Allí donde mora el Rey celestial.
Si por la fatiga no puedes andar,
Ven, pues, en mis brazos te puedo llevar.
Ven, mi triste oveja vamos al redil
Que muy tiernos pastos tendré para ti.
Conmigo por siempre tú vas a vivir.