Los aáos venturosos ya pasaron
igual que una bandada de ilusión.
Tejí en la primavera de mi vida
mis dulces alegrías, mi joven corazón.
Quería que el mundo te admirara,
quería que brillaras como el sol,
y ciego en el afán de ver tus triunfos
fui dando cuanto pude por nuestro amor.
Cuánto luché para que fueras a mi lado
el amor ambicionado que tanto acaricié.
Cuánto dolor tuve que ahogar dentro del pecho,
cuánta amargura, cuánta humillación.
Y ya sobre el final de tu mentido amor,
más honda es esta cruel desilusión.