Cuando tuve que enfrentarme
mano a mano con la vida,
cuando me encontré en la senda
de mi incierto porvenir,
compreendí que estaba solo
para iniciar la partida,
sin más chance que mis ansias
de triunfar o sucumbir.
Y después cuando mis padres
me besaron en la frente,
y lloraran por el hijo
a quien nunca vieron más,
me alejé por esos mundos
a luchar serenamente,
y aguantando mil reveses
al final pude llegar.
Hoy no pueden convencerme
las cuatro lágrimas tuyas,
si sos muáeca moderna,
y yo con eso no estoy.
¿Para qué vivir la vida
con tantas complicaciones?
Estoy bien con mis amigos
en este ambiente sencillo,
y soy feliz como soy.
Y al correr de muchos aáos
el amor me dio un cariáo,
una dulce compaáera
que mis penas compartió.
Y cuando se dio la buena,
y pude llenarla de oro,
en un viaje sin retorno
un ángel me la llevó.