Todos me llaman milonga,
soy canto de mi arrabal,
música del novecientos
y lloro en el alma
de los instrumentos.
Tiempo después me olvidaron,
-el tango me desplazó-,
pero los aáos pasaron
y tras el recuerdo
mi canto volvió.
Una noche clara de ayer,
bajo un cielo estrellado,
dicen que me vieron nacer
en un dulce canto...
Soy la flor mimada de aquel
arrabal pintoresco
que acunó mi niáez
y hoy me mira volver
a reinar otra vez.
Todos me llaman milonga
y, es cierto, milonga soy:
alma del alma porteáa,
y vuelvo al suburbio
porque soy la reina.
¡Criolla milonga querida,
milonga siempre seré!
¡Mientras un canto me nombre
y el fuelle rezongue,
jamás moriré!...