A la hoja, la hoja verde, a la hoja del verde laurel, que me ha dicho mi madre cuántas hijas tiene usted. A la hija del rey moro no la quiero yo ni ver. Ni es por guapa, ni es por fea, ni es por punta de alfiler. A ésta no la quiero Por fea y por pelona. A ésta me la llevaré por guapa y por hermosa. Parece una rosa, parece un clavel. Y ocho, veinticuatro, y ocho, treinta y dos. Animas benditas, ma arrodillo yo.