Eres más chica que un huevo y ya te quieres casar. Anda, ve y dile a tu madre que te enseñe a remendar. Que para ir a la fuente no es preciso cantarillo, que el agua se echa a la boca y la que sobra al bolsillo. Eres más bonita, niña, que la nieve en el barranco, que la rosa en el rosal, que la amapola en el campo. María, cuando te sientas en la puerta del corral, pareces una cereza colgando del cerezal.