En una parte de un pequeño pueblo, en un cuadro de humilde condición, todos festejan el nacimiento del más grandioso Libertador. Pasó el tiempo y Él fue creciendo, en un Templo a los sabios deslumbró con su mensaje revolucionario, así crecía el Hijo de Dios. Era el Cristo, el Hijo de Dios, que iba sanando a las multitudes en una muestra de su gran Amor. Hizo milagros impresionantes, sanando y dando a muchos de comer. Así su Fama por todas partes rápidamente se dio a conocer. Hasta que un día lo arrestaron, el cargo fue ser Hijo de Dios. Y justamente lo crucificaron y se olvidaron de todo lo que dio. Nadie creía al tercer día la tumba iba a quedar vacía pero el grandioso Libertador resucitó.