Pasábamos el día jugando al sol uniendo sentimientos y sonrisa convirtiendo el tiempo el dulce soma de amor. Vivimos el uno para hacer del otro un ángel y adorarnos hasta el punto de morir y llorar por devoción. Nadie nos dijo que a la vuelta del placer está el principio del dolor. Y concebimos un pequeño parecido a los humanos, que no quiso respirar, y nació para marchar, por cada nombre que pensamos una losa se hizo muro entre los dos. Atodas luces de tu razón la voluntad divina se hacía injusta y todavía no perdonas a Dios. Y las desdicha se hizo dueña de tus ojos apagando con sollozos de mujer la esperanza y la la ilusión. Cuando el final estuvo a punto un suceso inesperado aconteció. Y fue de noche que entre sueño, parecido a los humanos un pequeño apareció y tu oído susurró: queridos padres me pusisteis tanto amor que fui directo al cielo. Pasabamos el día jugando al sol.