La mujer portuguesa me absorbe con su paja, al entrar en su vientre le ofrezco mi cabeza. Al peluquero del cielo, al sombrerero del cielo, al camello del cielo. La mujer portuguesa quiere tener bahía, ella quiere bañarme y que mi piel caiga a tiras. Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned, para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio. Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned, para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio. La mujer portuguesa en el tren de lavado, en su carroza de fresa hay tres invitados. Uno es el hombre galleta, otro es la reina mofeta, otro ella misma muy vieja. La mujer portuguesa y su bigote de gato hacen cosquillas a un mono que viste trajes muy caros. Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned, para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio. Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned, para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio. Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned, para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio. Un telescopio poned, en su cabeza a rosca poned, para ver lo que no hay que ver, para ver lo que nadie vio.