Mandaron al conejo a sacudir la alfombra debajo del árbol viejo de una rama la colgó. Tomó su gran garrote, se apretó el cinturón y después de escupirse las manos hasta tres el conejo contó. Un, dos tres ¡Toma, toma, toma! ¡Ay, que bonito es golpear! Con razón mi mamita me pega cuando hago alguna maldad. ¡Toma, toma, toma! también a ti te ha de tocar porque ya son muchas las palizas que me atizan a mi nada más. ¡Toma, toma, toma! Con un poco de imaginación yo me ciento como beisbolista Y su bate que pega honron ¡Toma, toma, toma! Bien quisieras tu ser de Bagdad, como aquella alfombra encantada y volando poder escapar. Arrácatelas