Duermo en una cama de clavos. Como alfileres y lanzo cuchillos hacia ti, hacia ti. Vivo en el circo que hay detrás de ti. Si quieres verme, basta con girarte. Y yo te saludo desde arriba del trapecio y nadie parece que me haga mucho caso. Sigo girando colgado desde el techo entre tanta gente que aún no he conocido. Y ahora parece que todos sean mil veces más guapos que yo, mil veces mejores.