Fué tan rara y tan cruel la despedida, que lloré como lloran los cobardes, te adentraste como algo de mí vida, que traté retenete sin alardes. Confesaste muy claro tu desprecio, y me hundiste por fin en el abismo, y luchando insistí por ser tan necia, pero todo acabó por tu egoísmo. Fué tan rara y tan cruel la despedida, que sentí que mí cielo se nublaba, porque fuiste la cosa más querida, que el destino en su marcha me robaba. ----- Tú fingíste muy bien ante la gente, que ignoró nuestro amor y condiciones, y al sentirme en tus brazos diferente, comprendí la maldad de tus traiciones. Fué tan rara y tan cruel la despedida, que me ví desdichada entre tus brazos, supliqué con amor la fé perdida, y al sentir por tú culpa mis fracasos. Fué tan rara y tan cruel la despedida, que sentí que mí cielo se nublaba, porque fuiste la cosa más querida, que el destino en su marcha me robaba.