Te separaste de mí aquella noche se te nubló el cristal de esas gafas que nunca te pones. Tú desmoronas al ser que taciturno solidifica el calor y en tus cumbres te empuja to bruto. Te separaste y ayer volví a la barra. Que los colores de su madera me salvaguardan. Esclavo de una prisión, sin óxido pecador, sin uñas de arañar nuestra confianza. El mundo loco paró, cogí el Vespino y me fuí y acepté la pedida de fuera de sitio. Y como un cerdo bebí en mi azotea, se olvidaron los tendederos de hacer el viento con sus banderas. Te separaste y ayer volví a la barra. Que los colores de su madera me salvaguardan. Esclavo de una prisión, sin óxido pecador, sin uñas de arañar nuestra confianza. No me importaron las maletas de amnistía, ni las palabras que no he dicho todavía. No me paré a seducir a las aceras, ni a las morenas que se cruzan, ¡ni siquiera!. Rompimos vasos, pillamos grifa y hasta el colchón se olvidó de tu sonrisa. Te separaste y ayer volví a la barra. Que los colores de su madera me salvaguardan. Esclavo de una prisión, sin óxido pecador, sin uñas de arañar nuestra confianza. Pero sin uñas de arañar nuestra confianza, y que sin uñas de arañar nuestra confianza