La bella y graciosa moza
marchose a lavar la ropa,
la mojó, la mojó,
la mojó en el arroyuelo,
y cantando la lavó.
La frotó sobre una piedra,
la colgó de un abedul.
Falalalá
Después de lavar la ropa,
la niáa se fue al mercado;
un pastor, un pastor,
un pastor vendía ovejas,
pregonando a viva voz:
'¡Ved qué oveja, ved qué lana,
ved qué bestia, qué animal!'
Falalalá
La niáa la vio muy flaca,
sin embargo le gustó:
'Yo te pago veinte escudos,
y no discutamos más !'
Falalalá
Vuelve la niáa cantando,
muy contenta con su oveja.
Cuando llegaron al bosque
la ovejita se escapó.
La niáa desesperada,
arrojóse encima de ella;
velozmente y con destreza,
aferrola por detrás.
Falalalá
Llegaba por el camino
jinete de altivo porte.
Descendió, descendió,
descendió de su caballo,
y a la niáa le cantó:
'Yo te pago veinte escudos,
y no discutamos más'
Falalalá
La niáa ruborizada
tan sólo entornó sus ojos.
El jinete, el jinete,
el jinete enamorado,
dulcemente se acercó,
la mojó en el arroyuelo,
y cantando la lavó.
Falalalá
La niáa alejose un paso,
y el jinete tan audaz,
arrojose encima de ella,
y aferrola por detrás.
Falalalá
Viendo a la moza temblando,
la frotó sobre una piedra.
Falalalá
Cuando ya estaba por irse,
la colgó de un abedul.
No, no, no, no
Con dolor la niáa canta:
'¡Ved qué bestia, qué animal!'
Falalalá
Y parece estar muy triste,
sin embargo le gustó.
Falalalá