Amaba la vida, lo simple, lo bello,
Sentía el viento en su piel de cristal,
Con ojos de fuego, con pasos de sueño,
Daba su amor, era tan natural.
Junto a su amada, en las tardes doradas,
Compartían el mundo, sin miedo al final,
Pero el destino, con manos cerradas,
Le mostró en silencio un dolor sin igual.
Y el peso del mundo cayó sobre él,
Su risa quebrada, su dulce fue hiel,
Pero en su mirada quedaba el reflejo,
De todo lo bueno que guarda en su pecho.
Y aunque la noche lo quiso atrapar,
Él sabe que dentro aún queda la paz,
Y aunque el amor lo llegó a traicionar,
Su fuerza y su luz lo volvieron a alzar.
Aún ama la vida, aún busca el sol,
Su alma no pierde su rumbo ni voz,
Caminando sin miedo, sin sombra ni herida,
Él sigue adelante, él sigue su vida.
Sintió las espinas, sintió el frío viento,
Vio en su amada las huellas de un adiós,
Pero en lo profundo guardaba el aliento,
De un amor sincero, de un amor mejor.
Se alzó de las sombras con paso seguro,
Dejando en la arena el miedo y el rencor,
Con el corazón vibrando en lo puro,
Del que encuentra en sí mismo la luz y el valor.
Y aunque la noche lo quiso atrapar,
Él sabe que dentro aún queda la paz,
Y aunque el amor lo llegó a traicionar,
Su fuerza y su luz lo volvieron a alzar.
Aún ama la vida, aún busca el sol,
Su alma no pierde su rumbo ni voz,
Caminando sin miedo, sin sombra ni herida,
Él sigue adelante, él sigue su vida.
Ahora vive sin miedo, sin pena, sin prisa,
Tomando del día su dulce verdad,
Sabe que el amor no se encierra en un beso,
Que siempre habrá un sueño por descubrir más.
Hasta el final de sus días verá,
Que la traición no puede apagar,
Al hombre que ama, al que siempre querrá,
El sol que en su pecho lo guiará.