Todo el continente está
virginalmente tranquilo.
Hasta el cielo se elevan
las verdes hojas del Ñandubay,
y hermosamente dóciles
caen los brazos del viejo sauce
en las aguas del Mataquito.
Allá, en la lejanía de la Pampa
un niáo mira el horizonte
con los ojos claros del maternal Chaco.
Todo el continente tiene la vida en paz
Por el mar se vino la muerte blanca.
Cayó el quetzal moribundo
en la tierra Tolteca,
un hueáecito Mapuche
quedó gimiendo en el campo de batalla, y ahora,
desde el cauce de nuestra vital sangre pregunto:
RELATO:
Dónde estás Gigante Austral
con la antigua espera olvidada
del grito indio ancestral?
El viento amigo leal
las praderas despeinaba
el acero asomaba
solo vivía el Ona
en la tierra patagona
que de ríos desangraba.
El tehuelche indómito
entre sombras surgía
un lobo de mar gemía
la nostalgia de la noche.
Que se nos cierre el broche
de la olvidada historia
pues la raíz es la gloria
de las viejas tolderías,
y la esperanza solía
degollar a la escoria.
La sangre en la tierra
en guijarros se volvía
y la ira florecía
e el malón de la guerra.
El arco la flecha no yerra!
Huracán Alacalufe
que vestías de plumaje
para fecundar el valle
con el aroma del molle
el más divino brebaje.
Dónde estás hombre-indio?
Qué manos te arrancaron el aire
y se marcharon?
La vida el indio perdió,
y la aurora se murió
colonizada en libros
de escritores esbirros,
tu lucha no revivieron,
tu humildad pisotearon
en esos oscuros escritos.