Para qué continuar
si vivir es llorar.
Mi corazón se encuentra mansillado
porque el barro
lo ha salpicado.
Es mi afán, olvidar,
nada más que olvidar
que Dios me dio por nombre
flores mustias, sólo angustia
y soledad.
Que soporté miserias y dolor
en esta lucha cruel del hombre,
si ayer nomás con lava una mujer
burlándose manchó mi nombre.
Y al buscar amistad,
encontré falsedad,
que solo hallé
en cien bocas pintadas,
carcajadas del carnaval.
Solamente un milagro de amor
me haría resucitar,
si a mi alma que sus puertas cerró
pudiera un alma llamar.
Si a la nieve de mis penas
dos manos buenas
la borraran de mi.
Sino será
mejor morir.
Mi juventud la empapo con alcohol
quedando mi dolor en calma.
Quién pensará que traigo al tambalear
sereno el corazón y el alma.
Para qué recordar,
es mejor olvidar
que siempre fue mi vida
toda fango
como un tango
del arrabal.