Ah, el amor imposible: sepa el júbilo,
Lo saben ya los días y la casa,
No habrá un abrazo más ni un desayuno,
Que el cuerpo entienda bien ¡nada de nada!
Desde hoy será morirse la palabra.
Maáana, es un buraco en el oscuro.
Y vos y yo, mi vida, quién pensara,
Los dos, dos otra vez, ¿qué sabe uno?
Te vas toda de párpado sin ojo,
Cayó mi corazón por una pierna,
Gritó nuestro destino el cartón lleno
De un epitafio dentro de un pimpollo.
Y, aún, qué buena suerte tanta pena:
Pensá qué hubiera sido no querernos.