Sangre del ceibal que se vuelve flor: yo no sé por qué hoy me hiere más tu señal de amor. Zamba quiero oír al atardecer: capullo de luz, que quiere ser sol
Y no puede ser. Ay, tristecita, tristecita igual, que es llovizna azul murmurándole al cañaveral! El viento la trae, se la lleva el sol: sueño en el trigal y sobre el sauzal, lamento de amor. Ya siento llegar del cerro su voz: pañuelo ha de ser y lo he de prender sobre el corazón.