Una dalia cuidaba Sevilla
en el parque de los Monparsié.
Ataviada de blanca mantilla
parecía una rosa de té.
De Madrid, con chistera y patilla,
vino un real mozo muy cortesano.
Que a Mercedes besó en la mejilla
pues son los niáos primos hermanos.
Un idilio de amor empezó a sonreir.
Mientras cantan en tono menor
por la orillita del Guadalquivir.
María de las Mercedes
no te vayas de Sevilla.
Que el nardo trocar te puede
el color de tus mejillas.
Que quieras o que no quieras,
aunque tu no dices nada,
se nota por tus ojeras
que estás muy enamorada.
Rosita de Andalucía,
amor que prendió sus redes,
y puede ser que algun día,
amor te cueste la vida:
María de las Mercedes.
Una tarde de primavera
Merceditas cambió de color.
Y Alfonsito que estaba a su lado
fué y le dijo : ¿Que tienes mi amor?
Y lo mismo que una lamparita
se fué apagando la soberana.
Y las rosas que había en su carita
se le quedaron de porcelana.
Y Mercedes murió empezando a vivir.
Y en la Plaza de Oriente y dolor,
para llorarla fué todo Madrid.
María de las Mercedes
mi rosa más Sevillana,
porque te vas de mis redes
de la noche a la maáana.
De amores son mis heridas
y de amor mi desengaáo,
al verte dejar la vida
a los dieciocho aáos.
Te vas camino del cielo
sin un hijo que te herede.
Espaáa viste de duelo
y el Rey no tiene consuelo:
María de las Mercedes.