No quiero ser el primero, sino el último en tu vida
Un testigo del encuentro sin ninguna despedida
Quiero ser el punzón que grabe para siempre tu frágil corazón
Pero ser la luz que ilumina tu vida plena de alegría
Quiero ser, por último, mortaja tuya o mía
O de los dos al mismo tiempo
Sin cenizas, ni penas ni melancolía
No quiero ser el primero sino el último en tu vida