Maáana juega,
compré un billete,
maáana juega
Lotería Nacional
y el pobre viejo,
que es manco y rengo,
sigue vendiendo
la suerte a los demás.
Maáana juega,
tengo el sesenta,
sigue gritando
agobiado por su mal.
Hace veinte aáos
jugó su suerte
en la ruleta
de un amor fatal.
Y el amor es como el juego,
siempre lleno de esperanzas,
siempre buscando el desquite,
siempre metiéndose más.
Siempre lleno de ilusión
y gastando hasta la ultima chirola,
¡dejando en la ruleta
de la vida el corazón!